Una vez me dijeron que tenía ojos de gata.
«Hola, ulls de gata. T'ho han dit alguna vegada, que tens
ulls de gata?»
me dijo un chico pecoso en un tren... Es curioso que
todavía lo recuerde, después de tanto tiempo.
La verdad es que me gustó, y lo tomé como un halago. Pero
con el tiempo me dio rabia. Odiaba no tener más de gato, con los ojos no me
conformaba. Ni lo sigo haciendo.
Los gatos son gatos, y eso es lo que envidio de ellos. Se
mueven por instintos, y por curiosidad. Cuando un gato quiere hacer algo, lo
hace, da igual lo tonto o lo peligroso que sea. Lo hace, y si le sale mal se
cae de pie. Porque los gatos hacen lo que quieren hacer, eso hacen...
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